En el primer newsletter mencioné que una de las mayores inquietudes que suelo ver en mis talleres es el deseo de tener un estilo personal y la frustración que viven muchas personas al sentir que no están pudiendo encontrarlo.
Pero cuando tu identidad empieza a asomarse en lo que haces ¿Te dejas ser vos?
¿O lo condicionas porque crees que “ser vos” no está tan bueno y sería mejor que sea más parecido a como ya es otrx que te gusta y no “tan vos”?
Hace años, en un informe sobre tribus urbanas escuché decir a una antropóloga que “todxs queremos diferenciarnos, pero no lo suficiente como para ser discriminadxs”. Me pareció reveladora esta observación, ya que la diferencia real no solo no suele ser admirada sino que gran parte de la sociedad, la rechaza. Es como si se tratara de encontrar el punto justo en el que me destaco de la masa, pero no tanto como para salir de ella y quedarme solx. ¿Suena bastante ridículo no?
Entonces “ser nosotrxs” se vuelve una tensión entre lo que creo que los demás quieren que sea y un poco de lo que en verdad soy.
Es natural que algunas de las cualidades de nuestra personalidad se vean reflejadas en las cosas que hacemos y también es natural que no estemos conformes con todo lo que somos, pero la mayoría solemos caer en el vicio de medirnos constantemente con los demás y criticarnos más de lo que nos alentamos.
Y hoy en día que eso se puede medir gracias a los likes y seguidores, es aun peor.
Todxs tenemos potenciales distintos y es necesario empezar a hacer el ejercicio de focalizar en aquello que desde nuestra singularidad tenemos para ofrecer y dejarlo ser. Y no con la finalidad de destacarnos, sino simplemente con el afán de compartir la experiencia de ser nosotrxs y disfrutar de la experiencia de ser de los demás.
Por ejemplo, yo me considero una persona con bastantes estructuras que también se traducen en mis ilustraciones. Podría quedarme solo viendo eso y rechazar lo que hago (y en algún momento lo hice) y buscar imitar lo que hace otro o puedo ver el potencial que tengo para transmitir desde mi sensibilidad, valorarlo y seguir apostando a eso para mirar lo que hago con más amor y aceptación.
También es necesario comprender que la belleza es diversa y como en la naturaleza, cuanto más diversa, más enriquece el tejido de la vida.
Me imagino que estarás acostumbradx a focalizar en las cosas que no te gustan de vos, ¿pero alguna vez hiciste el ejercicio de preguntarte qué es lo más lindo que tenes?
¿Le das lugar a todo eso que tenes para ofrecerle al mundo o solo tratas de acercarte a lo más lindo del otro o lo que los demás dicen que es lindo?
La buena noticia es que lo que ofrecemos al mundo y lo que los demás ofrecen es un regalo para todxs. Lamentablemente aprendimos a compararnos y competir. También a pensar que si alguien se destaca en algo, nos opaca a nosotrxs. Como si para subir, necesitaramos que otrxs se queden atrás. Pero si alguien hace algo bello, también es bueno para nosotrxs, porque embellece el mundo y porque nosotrxs también podemos disfrutarlo con nuestros propios sentidos y salir enriquecidxs.
Se que cambiar esta mentalidad no es nada fácil porque el hábito de compararnos y de intentar siempre ser distintos y mejores cala muy profundo, pero es un lindo recordatorio para tener a mano.
Para terminar, te aconsejo que sigas haciendo y empieces a dejar que se muestre lo que hay dentro tuyo sin condicionarlo, sin criticarlo tanto e intentando focalizar en aquello que si te gustó para potenciarlo. Y como todo lo que puedas hacer en la vida, si lo impregnas de disfrute en el proceso, eso va a reflejarse en el resultado.
También te invito a hacer una lista de todas las cualidades que te gustan de vos y que la dejes en algún lugar visible para recordarlas cuando entras en el vicio de la comparación.
Espero haber logrado transmitir con claridad y que esta información te sirva de mucha ayuda.
Los contenidos del newsletter están extraídos de mi taller de ilustración “El borde de lo sensible”. Si te interesa profundizar aquí encontras más info.