#6 Un poco menos de todo

“Necesito poco y lo poco que necesito, lo necesito poco” San Francisco de Asis

Imagina que vas caminando por la calle y cada comercio o publicidad intentara venderte objetos, servicios o actividades que a vos en verdad no te interesan. De ser así, es posible que no cumplan con su misión. Por ejemplo, a mi no me interesa el fútbol, por eso las gráficas de camisetas, pantalones y pelotas no son muy persuasivas conmigo.

Cuando te enamoras de la simpleza, algo así puede pasarte con muchas de las cosas que quieran venderte. Vas caminando, ves por ejemplo unos anteojos muy lindos, pero en el fondo sabes que no los necesitas, que sólo te harán gastar tu dinero-tiempo (el dinero no deja de ser una abstracción contable que representa tu tiempo de trabajo, entre otras cosas) y seguís de largo, porque encontrás más belleza en un espacio despojado y en una vida tranquila y modesta.

Lo paradójico es que llevar una vida sencilla se sienta tanto más complejo que trabajar sin parar para cubrir la inmensa cantidad de ropa, dispositivos electrónicos, objetos, servicios y cursos que consumimos periódicamente, sumado al estrés de no perderlos; cuando lo único que se necesita es dejar de hacer. ¿Pero qué difícil es no?

El tiempo que nos roban los objetos materiales no se esconde solo en el trabajo que invertimos en conseguirlos, también está la energía-tiempo que invertimos en preservarlos y en mantenerlos limpios.

Una casa con pocos elementos se desordena menos y necesita la mitad de esfuerzo para volver a organizarla. Incluso es muy inferior el tiempo que se requiere para limpiar un espacio despojado: hay pocas cosas juntando polvo, poco que mover o levantar y menos recovecos donde se esconda la tierra o los pelos de los perros. También es muy inferior la cantidad de ingresos mensuales que debemos conseguir si no tenemos que sostener una lista larga de servicios, actividades y productos que no necesitamos y que en el fondo, es posible que si siquiera nos hagan felices.

Y esto de que “nos sobre tiempo” no es en favor de la productividad. Es vida-tiempo para dedicar al ocio, al descanso, al servicio, al compartir y al desarrollo personal.

Poseer menos cosas también nos permite establecer un vínculo más cuidadoso e íntimo con cada una.

A quién no le pasó de haber deseado mucho algo y a los días de obtenerlo dejarlo en un cajón olvidado. Cuando la incorporación de un nuevo objeto nace de un deseo consciente, es posible que tengamos un vínculo más duradero, amoroso y de mayor cuidado.

Encontrar belleza en lo simple y sin artificio además puede ser el antídoto para curarnos del materialismo.
La extracción, la producción, el traslado, la comercialización y el posterior descarte de materias primas y sus productos resultantes tiene un ENORME impacto ambiental. Una vida modesta nos ayudaría a “Pisar levemente el planeta y saber valorar lo que se encuentra”. (frase de Leonard Koren)

Encontrar belleza en lo simple no significa sólo no acumular objetos materiales. Se parece más a una vida austera y ligera, donde tener poco, hacer poco, e ir más lento nos permita llegar más profundo y vivir más conscientes.

Podría resumirse como lo hizo Leonard Koren al referirse al Wabi sabi: “Es el estado de gracia al que llega una inteligencia sobria, modesta y sinceramente sensible. La estrategia principal de esta inteligencia es la economía de medios. Ir reduciendo hasta la esencia, pero sin quitarle la poesía”

 


 

EN LA ILUSTRACIÓN

Dentro de la falsa idea de escasez que carga “lo poco”, se esconde un gran potencial de posibilidades.

Aquello que se presenta como un límite puede ser un punto de partida para transitar lugares que no recorreríamos si no nos viéramos forzadxs a actuar creativamente. 

Si tengo pocas cosas, aparte de encontrarme en la necesidad de profundizar en todas las posibilidades que me ofrece un material, puedo expandir sus límites y descubrir nuevas combinaciones o formas de utilizarlo, incluso desarrollar un estilo personal basado en las experimentaciones realizadas.

Stephen Nachmanovitch en su libro Free play dice que “La necesidad nos obliga a improvisar con el material que tenemos a mano, acudiendo a recursos e inventiva que no serían posibles para alguien que pudiera comprar soluciones prefabricadas”. También agrega que “Trabajar dentro de los límites del medio nos obliga a cambiar nuestros propios límites.”

Antonio Stradivari (el creador de los violines Stradivarius) fabricó algunos de sus más hermosos violines con madera de una pila de remos rotos encontrados en los muelles de Venecia.

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Estos contenidos están extraídos de mi taller de ilustración «El borde de lo sensible». Si te interesa saber un poquito más de que se trata, encontras información aquí.

Servicio

«Lo que no se comparte se pierde, lo que se brinda de corazón se multiplica»

Desde que tengo memoria tengo un propósito claro: ayudar a los animales.
Si bien pocas veces me alejé de mi propósito, en demasiadas ocasiones lo hice en piloto automático. Creo que el mayor error era que mi círculo de compasión no me incluía a mi, me exigía más de lo que podía dar y eso me generaba estrés, ansiedad y desconexión. 

En los últimos años empecé a ser más amable conmigo misma, a respetar también mis necesidades, a “cuidarme a mí, para cuidarlo todo”.

Desde ese lugar mi propósito se volvió mucho más sólido y claro, en cada ilustración que hago a beneficio de una organización o para la difusión de un caso le pongo todo mi amor y consciencia. En cada trazo está presente el animal y el deseo de ayudarlo.

Lo curioso es que cuanto más me ocupo de mi, más conecto con mi propósito y siento más deseos de poner “mis dones” a su servicio.

Acá te comparto algunas de las ilustraciones que hice a beneficio de organizaciones y santuarios.

 

 

#5 Habitar el instante

Cuando me pregunté cómo comenzar este recorrido de profundización sobre la simpleza y la sensibilidad sentí que “diferenciar lo esencial” podría ser el primer paso.

Sin embargo, diferenciar lo esencial para muchas personas puede ser una tarea muy compleja, ya que vivimos en una sociedad que valora lo superfluo y la desconexión de la esencia. 

 Esencial: Vinculado a la esencia. 
Aquello que es invariable o primordial en algo, constituyendo
su naturaleza. Algo o alguien esencial es fundamental. 

En algún momento de mi vida confié en que era yo quién elegía el modo en que me comportaba, lo que consumía, en qué creía, pero luego de mucho trabajo interno pude descubrir que en demasiadas ocasiones, mis decisiones eran una reproducción de acciones automáticas, hábitos de pensamiento basados en experiencias pasadas, creencias adquiridas y mandatos sociales o familiares.

¿Cuántas prácticas reproducimos sólo porque otros también lo hacen de ese modo, sin preguntarnos antes si es bueno para nosotrxs, para los demás seres o para la tierra?

¿De qué manera podemos empezar a ser conscientes de qué es lo esencial para llevar una vida en conexión con la simpleza y la sensibilidad que guardamos dentro?

En mi caso pude comenzar a ser más consciente -y digo comenzar, porque es un proceso en transición permanente- cuando empecé a darle permiso en mi día a los estados de presencia. Al principio fueron lecturas o videos inspiradores, luego llegaron la meditación, el yoga y el mindfulness que actuaron como pequeñas estacas que me anclaron -de a ratos- al momento presente.

Estar presentes en el cuerpo y en el espacio alrededor, con los sentidos y el corazón abiertos a las experiencias que se despliegan momento a momento, nos brinda la posibilidad de mirar con ojos nuevos lo conocido (y naturalizado) para cuestionarlo, destramarlo y armar el nuevo tejido con mayor consciencia y libertad. 

Para mi actua como un filtro que me permite ver si estoy trabajando demasiado, si estoy deseando objetos que en verdad no necesito, si me estoy alimentando en favor de mi salud, si estoy registrando mis emociones y cómo me estoy vinculando con el entorno y con el planeta que habito, entre muchas otras cosas.

Lógicamente no es fácil permanecer atentxs al instante presente, requiere de disciplina y constancia para que no nos lleve puestxs la maquinaria inmensa del sistema capitalista, la tecnología moderna, la cultura y los patrones personales que trabajan amalgamados ejerciendo una fuerza en contra. El tema es que si no lo intentamos, corremos el riesgo de vivir hipnotizadxs mirando la pantalla de un celular, llenando nuestras vidas de objetos y actividades que en verdad no necesitamos, alejándonos de lo que es esencial en nuestras vidas y tomando decisiones que contribuyen a dañarnos a nosotrxs mismos y al planeta que nos sostiene.

A veces, aquello que necesitamos para llevar una vida en mayor conexión con nuestro interior y con lo que nos rodea está delante de nuestros ojos esperándonos, pero lo que no nos permite ver, es que estamos mirando en la dirección equivocada.


 

EN LA ILUSTRACIÓN

Estar presentes al momento de ilustrar nos conecta con el proceso y le resta presión al resultado. Estamos ahí porque disfrutamos estar y permitimos que nuestra consciencia se apoye en la punta del pincel y se arrastre suavemente sobre la hoja.

En mi caso siempre pinté escuchando la radio o podcasts, pero un día, preparando un apunte para el taller, leí que la atención solo puede centrarse en una única tarea y que cuando creemos que estamos en formato “multitasking”, lo que nuestra atención en verdad está haciendo, es saltar de una tarea a otra a gran velocidad. 

Ese salto no es gratuito para nuestro cerebro, ir y volver constantemente representa un gasto muy fuerte de energía que no estaríamos desperdiciando -y agotándonos- si nos concentráramos en una única tarea.

Cuando lo puse en práctica pude registrar que al escuchar la voz del podcast mi atención salía del pincel y luego volvía. Como si durante esos instantes, mi mano entrara en velocidad crucero y cada tanto se acordara de mirar la ruta. Imaginate la cantidad de veces que mi cerebro iba y venía para poder estar escuchando todo el relato en simultáneo que dirigía mi mano, elegía colores y detalles que le darían vida a un personaje.

Desde entonces pinto en silencio, intentando que mi atención se concentre en lo que estoy haciendo. Esta práctica aparte de permitirme conectar con mayor profundidad con la obra, sirve como ejercicio de meditación activa para traer la consciencia al momento presente.

Como resultado, disfruto más de mi trabajo, me siento más agradecida y siento menos ansiedad.
Eso si, esto se logra con constancia y disciplina, e igualmente, no todos los días será igual, pero aceptarlo también es parte del aprendizaje.

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Estos contenidos están extraídos de mi taller de ilustración «El borde de lo sensible». Si te interesa saber un poquito más de que se trata, encontras información aquí.

#4 Camino a lo simple

Hace unos días me di cuenta de que en los últimos 10 años, tal vez más o tal vez menos, porque es difícil precisar cuándo comenzó, mi búsqueda central se basó en volver mi vida más simple.

Si puedo identificar que lo primero que simplifiqué fue mi relación con los objetos materiales. Entiendo que tal vez fue lo más fácil por su cualidad tangible y por su vínculo con una vida más sustentable, que desde ese entonces representa uno de los temas centrales para mi.

Si bien nunca fui una persona consumista y ni siquiera es que tenía más cosas que un ser humano promedio, yo sentía que eran más de las que me resultaba cómodo tener. 

La cuestión es que con el tiempo el minimalismo me fue conquistando porque reunía dos conceptos que me resultaban de lo más atractivos: el cuidado de la tierra y la resistencia ante el sistema capitalista.

Sin embargo, recién en los últimos dos años comprendí que vivir con sencillez era mucho más que tener pocos objetos materiales. Ya que podía vivir con menos, pero seguía complicándome la vida de todas las formas posibles: me metía en 50 proyectos a la vez, ilustraba cada acontecimiento vinculado a temas ambientales o animales, tenía perros y aves en tránsito en simultáneo, leía muchos libros ansiosamente porque tenía otros por leer, hacia cursos de cosas de lo más variadas y todo trataba de hacerlo de la mejor forma posible.

No hace falta que aclare que el problema no eran las cosas que hacía, sino cuántas y el modo poco sustentable para mi cuerpo, mente y energía disponible. 

Como era de esperar, un día me quemé y desde ahí empecé a cerrar “pestañas” para volver a lo esencial.

Pero no fue hasta hace muy pocos días que fui consciente de que la simpleza o sencillez, es uno de los temas que más me inspiran, conmueven y más me apasionan hablar y traer a mi vida cotidiana. Y con esto no quiero decir que yo sea una persona simple y viva en armonía, pero sí puedo decir que en mi recorrido como persona compleja, he aprendido a ponerme de a poquito las cosas más simples.

A veces se hace difícil, porque las ciudades se sostienen intentando que necesitemos mucho de todo. Pero cuando tenemos tanto, en verdad no tenemos nada, porque perdimos la capacidad de experimentar con profundidad y de conectar con las pequeñas cosas que son, al fin de cuentas, las más valiosas.

Y lo peor de todo no es sólo que nos estamos perdiendo de nuestras propias vidas, sino que estamos destruyendo sin escalas el planeta que nos sostiene.

Elegir una vida más simple, con menos de todo, de primera es muy sano para el corazón, para la mente y para el cuerpo agitado que intenta acompasar el ritmo desquiciado de la vida moderna. Nos da la oportunidad de vivir en mayor conexión con nuestro interior y con la naturaleza que nos rodea y nos vuelve más responsables sobre nuestro rol como habitantes de la tierra.

Es por eso que decidí que cada mes, aparte del segmento de ilustración, empezaré a desentramar este tema que tanto me gusta explorar: La simpleza. Y como ya venía haciendo, también la sensibilidad.


 

EN LA ILUSTRACIÓN

En el taller hacemos mucho hincapié en la potencia de las ideas simples. Y con simple no me refiero a chato, o lo primero que se te venga a la mente. Sino a buscar profundidad en la simpleza. A abrirse a lo íntimo, poético y emotivo que guarda la sencillez.

Cuando concentramos la energía en una única idea y no tratamos de decir muchas cosas en simultáneo, podemos profundizar y aumentar exponencialmente la fuerza de nuestro mensaje. 

Encontrar profundidad en la simpleza a veces puede resultar más difícil porque lo simple pasa a cada instante delante de nuestros ojos, pero no estamos atentxs para registrarlo. Nos pasa por al lado cuando tenemos 700 cosas que hacer, cuando vamos corriendo de reunión en reunión, mientras estamos scrolleando en el teléfono, etc.

Puede ser la forma en que entra el sol por la ventana, puede ser un gesto, puede ser algo que siento cuando escucho un pájaro o cuando miro dormir a mi perra, puede ser la sensación del viento, puede ser todo, porque este mundo está lleno de cosas maravillosas y simples que pasan a cada instante.

Mi recomendación es que intentes en tu día a día poner un poco más de atención a registrar las cosas simples que pasan a tu alrededor para que encuentres una inagotable fuente de inspiración y de yapa, también seas más feliz.

Si te interesa saber un poquito más sobre mi taller «El borde de lo sensible», encontras más info aquí.

 

#3 Ser yo o ser otrx

En el primer newsletter mencioné que una de las mayores inquietudes que suelo ver en mis talleres es el deseo de tener un estilo personal y la frustración que viven muchas personas al sentir que no están pudiendo encontrarlo.

Todxs buscamos tener un estilo personal, ser distintxs, únicxs.

Pero cuando tu identidad empieza a asomarse en lo que haces ¿Te dejas ser vos?

¿O lo condicionas porque crees que “ser vos” no está tan bueno y sería mejor que sea más parecido a como ya es otrx que te gusta y no “tan vos”?

Hace años, en un informe sobre tribus urbanas escuché decir a una antropóloga que “todxs queremos diferenciarnos, pero no lo suficiente como para ser discriminadxs”. Me pareció reveladora esta observación, ya que la diferencia real no solo no suele ser admirada sino que gran parte de la sociedad, la rechaza. Es como si se tratara de encontrar el punto justo en el que me destaco de la masa, pero no tanto como para salir de ella y quedarme solx. ¿Suena bastante ridículo no?

Entonces “ser nosotrxs” se vuelve una tensión entre lo que creo que los demás quieren que sea y un poco de lo que en verdad soy.

Es natural que algunas de las cualidades de nuestra personalidad se vean reflejadas en las cosas que hacemos y también es natural que no estemos conformes con todo lo que somos, pero la mayoría solemos caer en el vicio de medirnos constantemente con los demás y criticarnos más de lo que nos alentamos. 

Y hoy en día que eso se puede medir gracias a los likes y seguidores, es aun peor.

Todxs tenemos potenciales distintos y es necesario empezar a hacer el ejercicio de focalizar en aquello que desde nuestra singularidad tenemos para ofrecer y dejarlo ser. Y no con la finalidad de destacarnos, sino simplemente con el afán de compartir la experiencia de ser nosotrxs y disfrutar de la experiencia de ser de los demás.

Por ejemplo, yo me considero una persona con bastantes estructuras que también se traducen en mis ilustraciones. Podría quedarme solo viendo eso y rechazar lo que hago (y en algún momento lo hice) y buscar imitar lo que hace otro o puedo ver el potencial que tengo para transmitir desde mi sensibilidad, valorarlo y seguir apostando a eso para mirar lo que hago con más amor y aceptación.

También es necesario comprender que la belleza es diversa y como en la naturaleza, cuanto más diversa, más enriquece el tejido de la vida.

Me imagino que estarás acostumbradx a focalizar en las cosas que no te gustan de vos, ¿pero alguna vez hiciste el ejercicio de preguntarte qué es lo más lindo que tenes?

¿Le das lugar a todo eso que tenes para ofrecerle al mundo o solo tratas de acercarte a lo más lindo del otro o lo que los demás dicen que es lindo?

La buena noticia es que lo que ofrecemos al mundo y lo que los demás ofrecen es un regalo para todxs. Lamentablemente aprendimos a compararnos y competir. También a pensar que si alguien se destaca en algo, nos opaca a nosotrxs. Como si para subir, necesitaramos que otrxs se queden atrás. Pero si alguien hace algo bello, también es bueno para nosotrxs, porque embellece el mundo y porque nosotrxs también podemos disfrutarlo con nuestros propios sentidos y salir enriquecidxs.

Se que cambiar esta mentalidad no es nada fácil porque el hábito de compararnos y de intentar siempre ser distintos y mejores cala muy profundo, pero es un lindo recordatorio para tener a mano.

Para terminar, te aconsejo que sigas haciendo y empieces a dejar que se muestre lo que hay dentro tuyo sin condicionarlo, sin criticarlo tanto e intentando focalizar en aquello que si te gustó para potenciarlo. Y como todo lo que puedas hacer en la vida, si lo impregnas de disfrute en el proceso, eso va a reflejarse en el resultado.

También te invito a hacer una lista de todas las cualidades que te gustan de vos y que la dejes en algún lugar visible para recordarlas cuando entras en el vicio de la comparación.

Espero haber logrado transmitir con claridad y que esta información te sirva de mucha ayuda.

Los contenidos del newsletter están extraídos de mi taller de ilustración “El borde de lo sensible”. Si te interesa profundizar aquí encontras más info.

#2 Describir para entender

Es posible que si sos humanx, no siempre tengas en claro lo que estás sintiendo y que si encima queres expresarlo creativamente, no sepas por donde arrancar.

Si es tu caso, bienvenidx a esta entrega que no necesariamente te aportará claridad sobre tus sentimientos, pero que tal vez te acerque la punta del hilo para empezar a tirar.

Conectar con lo que sentimos, aparte de ser extremadamente valioso para nuestra salud física, mental y emocional, también puede ser una maravillosa fuente de inspiración para crear. Que no sólo tiene como resultado una obra, sino que también nos aporta comprensión, alivio y mayor claridad sobre lo que estamos atravesando.

Esto no aplica sólo a la ilustración, cualquier disciplina artística a la que dediquemos nuestro tiempo será un gran canal de expresión para todo lo que se acumula dentro de los límites de nuestros cuerpos (físico – mental – emocional – etc)

El tema es que por más que tengamos herramientas, no siempre entendemos qué es lo que estamos sintiendo, ni qué es lo que queremos expresar, e incluso en ocasiones hasta se nos vuelva muy difícil simplemente sentir, porque a veces lo que se encuentra detrás de toda “la maleza” y confusión, es tierno, vulnerable y está herido. Y no conectar con ello, hasta el momento nos sirvió como método de supervivencia.

Es por eso que en esta ocasión voy a recomendarte algunas de las cosas que me sirvieron a mi y que propongo en mi taller:

Primero establecer un espacio propicio para conectar con lo que hay dentro nuestro, y eso paradójicamente, implica desconectar por un rato de todo lo demás: Teléfonos, computadoras, tablets, etc. Tomate un tiempo para estar con vos.

Luego empezá a escribir sin filtros como te sentis intentando ser descriptivx.

Por ejemplo, no es lo mismo decir me siento “ansiosa”, que decir “No puedo dejar de moverme y de agarrar el teléfono sin parar, quiero hablar con gente y comer hasta llenarme pero nada me llena ni completa, porque siento como si en mi estomago tuviera un hueco, etc”. No tenes que escribir bien ni gastar energía en la gramática ni en la narrativa, solo escribir.

Describir funciona como tirar de un hilo que va trayendo una cosa, que trae otra y de a poquito nos va contando – y sorprendiendo –  una historia que ni nosotrxs mismxs sabíamos que había dentro. Describir es salir de la abstracción. 

Por eso si lo que pones no es descriptivo, hace el esfuerzo de contar cómo se siente en tu cuerpo eso que escribiste.

Y no importa si es una buena metáfora, no hay correcto o incorrecto. Esto es sólo para que vos puedas entenderte y desde ahi crear algo.

¿Cómo se siente en tu cuerpo esa sensación de estar triste o contentx o ansiosx, etc?

¿Se siente como estar solx en una hamaca un día frío? ¿Se siente como si estuviera alguien sentado en el pecho?

 Seguí tirando del hilo que vas a ver cómo lo abstracto se vuelve imagen y esa imagen se vuelve una obra que puede ayudarte a entenderte y a sanarte.

No te frustres si al principio no podes llegar al nivel de profundidad que te gustaría, ablandar “la cáscara” es algo que lleva tiempo y paciencia. Pero llega 🙂

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#1 Tiempo para sentir

Las inquietudes más frecuentes de las personas que se acercan a mis clases suelen ser el “qué decir” (qué ilustrar)  y “descubrir el estilo personal». En esta entrega nos vamos a enfocar en la primera y más adelante profundizaremos sobre la segunda.

Cuando queremos encontrar un lenguaje plástico está bien buscarlo en la práctica y en la experimentación, pero cuando queremos saber “qué decir” ¿Dónde buscamos?

Desde que empecé a ilustrar me encontré muchas veces frente a una hoja en blanco sin saber qué hacer, a todxs nos pasa, sin embargo, en mi caso pude descubrir que la mayoría de las veces ocurría en épocas en las que estaba “muy distraída”. 

Cada unx se distrae de distintas maneras, pero ojo, que no nos confunda la idea: cuando hablo de distracción, no me refiero a estar todo el día en netflix o instagram, esa sería la forma más burda, me refiero a no estar atentxs al momento presente. 

Si queres expresar lo que sentis a través de la ilustración o el arte en general, lo primero que tenes que hacer es permitirte sentir. Y para sentir necesitas tiempo y presencia.

Parece una obviedad, pero la mayor parte del día estamos tan ocupadxs haciendo y haciendo sin parar, corriendo apuradxs hacia ningun lugar, que no nos queda ni un momento para conectar con lo que sentimos y con la belleza que nos rodea.

Para mi, estar distraída es muy parecido al ideal de éxito de la sociedad moderna: trabajar mucho, estudiar mucho, tener muchos proyectos, leer muchos libros, etc. 

En mi caso, hacer, es una forma de escapar de algo que no estoy queriendo ver y el mantenerme ocupada cumple su misión: no sentir.  El problema es que cuando dejamos de sentir “lo malo” también se nos escapa “lo bueno”.

Gracias a ese descubrimiento, entendí que mi creatividad, capacidad de expresión y conexión con aquello que quiero compartir al mundo, eran cosas que se daban mejor cuando podía brindarme espacios de descanso, silencio y reflexión que me aportaran presencia.

Meditar, sentarme en el jardín o en un parque a no hacer nada, recordarme a cada momento traer la mente al momento presente, reducir el uso del celular, tratar de hacer las cosas más lento y de a una a la vez, entre otras muchas cosas, me ayudan diariamente a estar más en contacto con lo que siento y lo que me rodea, aparte de hacer mi vida más tranquila y feliz, me ayuda a encontrar palabras e imágenes para transmitir a lxs demás aquello que tengo dentro. 

Si algo de esto te resuena, te recomiendo que pongas atención a registrar cuales son tus vías de escape. El poder identificarlas te va a ayudar a atajarte a vos mismx antes de que la corriente te haya llevado muy lejos del centro. 

También presta atención a aquellas actividades que te aportan presencia y trata de hacerles un lugarcito en tu día a día. 

Un ejercicio simple que te sugiero es que busques un lugar tranquilo, cierres los ojos, lleves las manos, y con ellas la atención al centro del pecho, respires lento y consciente y te quedes ahí un ratito solo sintiendo el pecho y la respiración.

Si aparece una sensación, un recuerdo o algo que se abre con la atención, dale lugar a que salga, sentilo y anotalo en un cuaderno. Registra en él los pequeños detalles, lo triste, lo “lindo” y vas a ver que vas a empezar a acumular recuerdos de tu propia sensibilidad que van a servirte de inspiración en tus ilustraciones.

Es importante que mientras trabajes en lo personal para conectar con aquello que sentis y deseas contarle al mundo, no abandones la práctica ni la experimentación. 

 

Por hoy nos vamos a quedar ahí, espero que esta info te ayude a sembrar un poquito más de presencia y sensibilidad en tu día a día. Nos vemos el mes que viene 

 

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Los pájaros las nubes

Los pájaros, las nubes, el viento, los árboles, el sol, el silencio, la mañana 

Todos esos seres o fenómenos nutren mis ganas de contar historias, me inspiran, me conectan con la belleza.

Mi objetivo es ayudar a otras personas a conectar con lo que las nutre y guiar o acompañar el proceso de contarlo a través de la ilustración.

Es un taller continuo*, semanal, online (en vivo) donde profundizamos en la ilustración como herramienta para transmitir un mensaje.

Está pensado para personas que ya tengan algún conocimiento técnico (pintura, dibujo, collage, etc) pero que no terminan de encontrar qué es lo que quieren decir o hacer con ello.

No es excluyente, pero quiero que sepas que no enseño particularmente ninguna técnica, sino que nos vinculamos con los materiales de manera experimental y libre.

Horarios: 

Jueves de 18:00 a 20:30 hs (hora Argentina)

Posibilidad de abrir una nueva clase: Miércoles de 10:00 a 12:30 hs o Martes de 18:00 a 20:30 hs

* Continuo significa que el taller se desarrolla a lo largo de todo el año, pudiendo sumarte la cantidad de tiempo que desees.

Si queres recibir más información escribime a hola@paulafilippelli.com

gracias 🙂